Paseo por Madhavy City apretando
los dientes rollo ñeta en un barrio teñido de negro y amarillo. Alguien me
agarra amenazante y siento como me cruje el brazo aprovechando un descuido.
Estoy tan ocupada pensándote que le dejo hacer. El dolor es mecánico y me
repito: No pienso gritar hasta que pete la sien. Hasta que se me olvide que
todos los días podrían ser 4 de marzo y se tiña con nervios encefálicos la
pared. Que lo malo de follar en azoteas es la euforia de lanzarse al vacío y
olvidarse del vértigo, del tiempo, de la disidencia por lema, de la torpeza por
cabezonería, de los cafés en el Babelia y hasta de mi. Acordarse del cuerpo
sólo cuando el grito se torna aullido y no sentir brazo. No sentir culpa. No
sentir miedo. Sólo tu voz, sedante. Y frío asfalto.
1 comentario:
¡Qué guay eso de follar en azoteas! Nunca lo he hecho.
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