La misma poesía que se le escapaba a Billy Elliot cuando bailaba por las calles de Durham, se nos escurría a nosotras por Pau Claris, - besándonos en todas esquinas -. Sin miedo a que la boca se nos quedara en carne viva.
Conscientes de que, si algún día llegaba el fin, lo habríamos disfrutado.
2 comentarios:
La felicidad siempre (que se pueda, claro).
Qué maravilla(s) me estoy encontrando.
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