1 nov 2012

Tedio


Se nos morían. Se nos morían los sueños, los motivos, las ganas. Y en vez de asustarse a la gente le daba por celebrarlo. La fiesta estaba llena de desdichados arañándose las rodillas. Desesperanzados, tentados por el último canapé de la noche, a pulso con todas las miradas derrotadas tras el cogote y el nerviosismo del que quién paga, manda. O eso nos habían hecho creer. Carlos, que no sabía muy bien qué hacía allí pero llevaba una tristeza enorme a cuestas, estaba a dos segundos de chutarse por vena a Jorge Drexler, a ver si de una vez llegaba la calma y la simplicidad. A ver, joder. A ver si por fin pasaba algo que le despertara de ése letargo de nostalgia y frío. Algo que dejara de hacerle sentir estúpido. Había llegado noviembre y sabía, que más que esperanza sólo le quedaba un verso como cuenta atrás y la monotonía de los finales repetidos hasta la saciedad. En cualquier caso, vaticinaba, un tedioso vacío.
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