Papá Centauro - ojito derecho de María la eterna, de José Miguel el niño y de Rosa que siempre fue abuela - se rompe en pedazos. Papá Centauro se pelea con su mano izquierda, reclama utilidad a su pereza casi mecánica mientras la derecha bosteza entre cuerdas finas, carne que es mitad equilibrista mitad freak de circo, avergonzada de ser solo eso: Despojos. Maraña de pedazos, recuerdos sujetados uno por uno por el ya muerto privilegio.
Foto encontrada en: Disability Dunk Tank | July 2013 |
Papá Centauro, sin pantalones sobre los que cree sujetar una casa, pierde el arco, pierde garra, pierde todo, que en realidad fue nada. Y se siente solo, pequeño, vulnerable. Papá Centauro, se cobija en Mamá Gigante y así le dejamos, descansando por todos estos años de irremediable fortaleza fingida.
1 comentario:
Vivo al lado de alguien muy importante para mí que, tras años de fortaleza fingida, ha sufrido de eso que llaman ansiedad que no es lo que pensaba yo (o sí), temor al futuro, a lo que va a pasar antes de que suceda. No, la ansiedad es una dolencia psicosomática que se puede ignorar y padecer hasta que un día estalla. Y, por supuesto, hace falta a una Mamá Gigante, si se tiene, para cobijarse.
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