19 sept 2014

Wonderland

Fotografía de Pedro Costa Neves
Lleva toda la tarde sonando una lista de reproducción que me recuerda a ti. Llena la habitación con un mantra ficticio: Tú nunca morirás. Tú nunca morirás. Tú nunca morirás. JODER. Algún día encontraré la maldita conexión sináptica en la que estás y me satisfará matarte. Despacio. Bromearé sobre el Alzheimer, pero conseguiré llenar el jodido vacío. A mis padres les gustará saber que formaré parte de algún estudio científico: Guantes asépticos para paliar el miedo a que se descubra tanto quejido y tanta tiranía, un lugar que (me) diga: A tus sueños les falta voz.

A veces tengo un cuerpo doliente que se pregunta cuánto pesa la cordura. Cuánto. No hay respuestas pragmáticamente válidas en Carroll - dicción. Me importa una mierda que los pasos sean pequeños, joder, tengo prisa. Soy la hermana bastarda del Conejo Blanco de Alicia. 

1 comentario:

Joselu dijo...

Me gustan tus poemas porque son tensos, dramáticos, bordean los precipicios mirando descarnadamente al vacío. No hay red de seguridad. A mí instalado en una cómoda suavidad burguesa me seduce no sé por qué estos giros vertiginosos en la noria en que se codean el sexo con la muerte, el asesinato, el alzhéimer, los sueños, la literatura. Y la autora se identifica con la hermana bastarde del Conejo Blanco de Alicia alguien de quien no habíamos oído hablar hasta ahora. Joder.

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