Échale cuentas al tiempo, si ahora escuece todo lo que nos decimos, si tenemos que frenar en seco para reordenar hasta los instintos. Si mezclamos las ganas con ibuprofeno y nos pasamos las mañanas esquivándonos entre tostada y tostada, por la excusa de lo que pudo haber sido. No me olvido: Cambia el vodka por caramelos, gímele a la almohada. Tócame el pelo. Levántate de un salto de la cama y regálame unos segundos de egoísmo en verso. Aráñame la espalda. Sé valiente: Nada de hologramas en pantallas de litio. Cómeme ésta vez, sin miedo, hasta perder el sentido.
29 dic 2011
1 dic 2011
Frankenstein
Me siento como Mary Shelley, convirtiendo su ingenuidad en el prefacio de un antidestino. Puede que después de un par de viajes, no me salven mis excesos. El odio atrae al odio, me escribiste en el pecho y preferí ser vagina dentata, temblando de cama en cama, antes de echar a correr. Son señales de lucidez atrofiada, abrazar a un púgil aumenta tu taquicardia, todo está del revés. De diciembre lo que menos me importa es el frío, si me sonríes y apareces otra vez.
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