2 abr 2011

Calmness


Siempre había sido lo más de lo más. Todo el mundo le conocía, le llovían halagos, escribía de puta madre y decían, follaba mejor. Pero era predecible. Demasiado, para mi gusto. Y una tipa que no era capaz de enloquecerme el alma, no me valía. Así que tiramillas y ya reordenaremos el infierno otro día, aunque sus 19 no acaben conmigo, puede que los 23 se le den mejor y caiga rendida en ésas redecillas que son sus medias, ¿por qué no?
Quizá algún martes lloraremos por las causas perdidas, pero hoy toca santiguarse el corazón. Que tras un par de treguas me creo con fuerza para decir(le) NO, a pesar de las grietas sobre mi tejado y unas dosis de alcohol, el vértigo lo dejo para sus piernas, como dirían los más sabios: no hablemos de amor.

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