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Fotografía de Pedro Costa Neves |
Lleva
toda la tarde sonando una lista de reproducción que me recuerda a ti. Llena la
habitación con un mantra ficticio: Tú nunca morirás. Tú nunca morirás. Tú nunca
morirás. JODER. Algún día encontraré la maldita conexión sináptica en la que
estás y me satisfará matarte. Despacio. Bromearé sobre el Alzheimer, pero
conseguiré llenar el jodido vacío. A mis padres les gustará saber que formaré
parte de algún estudio científico: Guantes asépticos para paliar el miedo a que
se descubra tanto quejido y tanta tiranía, un lugar que (me) diga: A tus sueños
les falta voz.
A veces
tengo un cuerpo doliente que se pregunta cuánto pesa la cordura. Cuánto. No hay
respuestas pragmáticamente válidas en Carroll - dicción. Me importa una mierda
que los pasos sean pequeños, joder, tengo prisa. Soy la hermana bastarda del
Conejo Blanco de Alicia.