Puede que tanto miedo a la pólvora radique en ésta incapacidad casi infantil de volver a quemarme por dentro. Puede que cada desliz sea un descuido en el que sólo pida fuego. Puede que la chispa, esté en todas partes y a la vez, en ningún lugar. Puede que la llama la lleve conmigo y ni lo sepa. Puede, que tú seas mar, y hayas llenado mi vida de cenizas. Inertes, tristes, frágiles. Como los pedazos sin vida que dejó la nostalgia en el acantilado de los recuerdos. Lejos de cualquier tipo de calor, sobre todo, el humano.
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