La asfixia / El bloqueo / La rabia,
confabulándose como génesis histriónicas del pensamiento.
Y entonces, nombrarse;
ser en mi misma un régimen de aislamiento
y un "espejo incendiándose".
Ser abanico de posibilidades colonizadas por la tristeza y el espanto, ser un absurdo tonel de arrogancia sintiéndose responsable tanto del declive como del delirio, vaticinando el quiebre y el naufragio epistolar.
"Porque nada sé de ti,
para dejarme matar he de dejar de mirarte", que diría Enrique Falcón. Renunciando a cualquier vestigio de fe cuando la luna está en Marte y elegir el desastre, por que suena a mi lengua recorriéndote.
Cada miedo enquistado recoge lo que siembra y lo que siembro: llantos que son mares y un máster inconsciente en ventriloquía.