No te pienses, sabionda
de cien mil pies de
altura y besos
que la segunda estrella a
la derecha
sólo tiene calma y niños
prodigio
y no colmillos y garfio.
No te creas, Peter-pana
con tu risa de polvo de
hada
de pedirle recetas al
tiempo,
que el único grito que se
permite
más allá de la luna
es Bangarang RUFIO.